8 septiembre 2009
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17:38
Era el día de su debut como árbitro en Tercera División y seguro que no lo va a olvidar nunca. Y no sólo por ser su primer partido en la categoría recién estrenada, sino porque mientras arbitraba unos amigos de lo ajeno le rompieron el cristal derecho de su Audi 4, aparcado en las inmediaciones del campo, y le sustrajeron su teléfono móvil, lo único de valor que había en el interior.
David Madrigal Soria pitaba el partido Jumilla-Puente Tocinos en el campo de La Hoya, correspondiente al grupo XIII de Tercera División, su primer encuentro en la categoría pues acaba de ascender de Preferente. En el minuto 18 de la segunda parte oyó como por los altavoces se desgrana este mensaje: «Rogamos al propietario del vehículo Audi 4 color negro, matrícula... se ponga en contacto con la Policía Local». ¡Anda, si es mi coche!, se dijo David Madrigal para sus adentros. Pensó enseguida en el móvil y en cuanto pudo se acercó a la banda, donde estaban efectivos de la Policía Local, y les dijo que se trataba de su coche:
«Me contaron que se lo habían encontrado con el cristal roto y muchos papeles revueltos y tirados por el suelo; le dije que me había dejado allí el móvil y me confirmaron que no estaba. Me dijeron también que no me preocupara, que el coche estaba custodiado por compañeros suyos. No obstante paré el partido y me fui al vestuario a llamar para dar de baja el teléfono porque me asustó el desaguisado que me podían hacer si esperada al final del encuentro para hacerlo. Los ocho minutos que suspendí el partido fueron los que tardé en llamar a la compañía -son lentos para este tipo de llamadas- y anular la tarjeta».
No obstante, y pese a la mucha prisa que se dio, llegó tarde. En la compañía de móviles le confirmaron que se había efectuado una llamada a Marruecos de 7 minutos y 35 segundos de duración cuyo coste era de 6'5o euros.
«Ya más tranquilo al saber que estaba anulado el móvil y que sólo me había costado eso, regresé al campo y reanudé el partido pitando los minutos que faltaban hasta el final sin ningún problema».
Mientras tanto el coche fue recogido por un directivo del Jumilla, que lo introdujo dentro del campo: «Ya me podían haber dicho antes que se podía meter el coche en el recinto; yo no lo sabía».
David Madrigal pudo volver con el coche, pese al cristal roto, hasta Cabezo de Torres, su residencia, y ayer mismo lo llevó a primera hora la mañana a reponer el cristal y por la tarde ya lo tenía arreglado.
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